El Coloquio, un encuentro para la filosofía y la identidad
El pasado 30 de septiembre tuvo lugar el Encuentro digital de lanzamiento de El Coloquio, convocado por el periódico Perspectiva, en el cual con la participación de dos académicos y expertos en la teoría y la práctica cooperativa y solidaria y la conducción de un moderador, en concurrida reunión analizaron y debatieron la Realidad de la identidad cooperativa y solidaria. Así, El Coloquio, en su primera versión constituyó un espacio para conocer y compartir ideas, argumentos, experiencias y puntos de vista sobre la falta de compromiso, sentido de pertenencia y poco conocimiento acerca del sentido filosófico y doctrinario de la cooperación, lo que se refleja en lo que Alexander Laidlaw denominó la crisis de identidad del sector cooperativo. Con Ricardo Dávila Ladrón de Guevara, Investigador, Profesor Emérito de la Universidad Javeriana, Presidente honorario la Corporación Red Unicossol y con José Tomás Silva Morantes, Sociólogo y abogado, docente universitario, Mg. en diseño, gestión y dirección de proyectos, en un ambiente ameno, cordial y participativo se abordó el pensamiento y puntos de vista sobre la teoría y la práctica de aspectos fundamentales de la ideología y la doctrina de la economía social y solidaria en las sociedades moderna y contemporánea, con el fin de intentar conciliar puntos de vista diversos, que contribuyan a la formación y difusión de conceptos renovados sobre los temas considerados. Con breve introducción del moderador se recordó que desde 1844, cuando los Pioneros de Rochdale promulgaron los principios cooperativos se comenzó a sistematizar la doctrina y la filosofía de la cooperación. Que en los 175 años de práctica y realización cooperativa, el movimiento ha atravesado por diversas crisis, que el citado Alexander Laidlaw resumió en crisis de credibilidad, al comienzo de la expansión del sistema; crisis administrativa, por la debilidad en la gestión de estas organizaciones; crisis ideológica por la baja convicción de las ideas y postulados de la cooperación y crisis de identidad, por la distorsión y falta de autenticidad que viene presentando el sistema desde hace aproximadamente 60 años. Lo anterior planteó en esta primera versión de El Coloquio varios interrogantes que los invitados respondieron desde una visión académica y práctica como se resume a continuación: ¿Tienen vigencia los valores y los principios cooperativos para la economía social y solidaria del mundo de hoy, perdieron vigencia o hay que reformularlos? El tema de identidad es un tema con dos caras: una positiva, proactiva que siempre está presente y otra conservadora, que puede ser de retraso para entrar a la era digital que plantea cambios profundos. Como lo analizó Luis Ramírez al abordar el tema de la estrategia que retoma el valor de la identidad como elemento que acompaña la diferenciación de ser distintos a otras empresas. En esta dirección Ricardo Dávila plantea que identidad y diferencia son elementos claves para considerar la eficacia cooperativa. Habitualmente se piensa que para estar de moda no hay que parecerse a lo antiguo. Sin embargo, los valores y los principios siguen vigentes pero hay que resignificarlos siendo más solidarios, más responsables, con identidad y autenticidad. Que los asociados no se sientan haciendo parte de un movimiento marginal y vergonzante. ¿En la práctica de la cooperación los valores y los principios han sido tomados en cuenta por los directivos, los ejecutivos y los asociados de las organizaciones? En realidad la práctica ha sido baja y sin coherencia. No hay una estrategia solidaria y al considerar la eficiencia ha habido una errónea comparación con el diamante de Porter. La cooperación es una forma de vida con autenticidad. El asunto es cómo la construimos. Se destaca que hay más democracia y participación en las llamadas organizaciones solidaria de desarrollo que en las empresas solidarias tradicionales y que en otros niveles. Debemos clarificar la cuestión ¿de dónde venimos?. De otra parte no hay centros de formación para lo social y lo solidario, así como lo tiene la iglesia, los rotarios y otros grupos sociales importantes. Hay que entender los principios como mandatos de optimización, que no generen polarización sino solidaridad. ¿El Estado y la academia han tenido alguna intervención en la promoción y apropiación de esta doctrina en la comunidad en general? A la academia se le reconoce un avance, pues, paulatinamente ha hecho aportes al conocimiento con la participación directa de varias universidades con centros de investigación y facultades, y entidades como la Red Unicossol han contribuido a la investigación y estudio permanente del saber social y solidario, al diálogo de saberes, seminarios de tesis doctorales, etc. Por su parte el Estado muchas veces ignora, desconoce y utiliza al sector, no ha contribuido con una política pública. Se reconoce la participación de la SES con la idea de un centro de pensamiento y la preocupación porque se avance en la formulación de los PESEM en las organizaciones. ¿En la actualidad podemos hablar de crisis de identidad en la economía social y solidaria y cómo se evidencia y qué podemos hacer para promover la apropiación y aplicación de los valores y principios en todos los involucrados o comprometidos en estas organizaciones? Hasta los años ochenta el Estado tenía una visión diferente del sector y brindaba un apoyo más comprometido a través de un ministerio técnico. En los tres últimos gobiernos la situación ha cambiado para mal del sistema y en la actualidad se vive un momento crítico, pues el número de asociados que hacen parte del sector es un número vacío, sin identidad y compromiso. Se requiere consolidar el movimiento social y solidario como un grupo de presión, que exija políticas públicas y permita superar la crisis, consolidándonos como sector. Tenemos un vacío de poder, para fortalecer al sector se deben tomar en cuenta tres elementos: capital financiero, capital educativo y capital social. Así mismo se debe ser autocríticos y enaltecer nuestra fortaleza moral y ética. Ahora, internamente cada institución debería aplicar la máxima: si su empresa va bien, invierta en educación; si su empresa va mal, invierta el doble. Por: Carlos Pineda. Director Perspectiva, Consultor internacional, Economista, Magíster en ciencias económicas y
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