El sistema financiero colombiano vive un momento de transformación sin precedentes con la llegada de Bre B, el sistema de pagos inmediatos que busca integrar a todas las instituciones financieras del país en una red de transferencias ágiles, seguras y sin costo. En este proceso, las cooperativas, los fondos de empleados y las mutuales enfrentan un reto crucial: adaptarse a un ecosistema en el que la inmediatez y la interoperabilidad son la norma.
Sobre este tema Perspectiva conversó con Santiago Gallego, representante de Visionamos, entidad que ha sido protagonista en la implementación de Bre B en el sector cooperativo. Durante la entrevista, Gallego resaltó los desafíos y las oportunidades que trae este nuevo escenario, así como los cambios tecnológicos y normativos que resultan inaplazables para que el cooperativismo mantenga su vigencia y competitividad.
El impacto de Bre B en las cooperativas
Para Gallego, la entrada en operación de Bre B implica una transformación de fondo en la manera como las cooperativas deben relacionarse con sus asociados y con el resto del sistema financiero.
“Este nuevo esquema de transacciones cambia completamente lo que hasta hoy hemos hecho en Colombia. El hecho de que una organización cooperativa, un fondo de empleados o una mutual pueda decirle a su asociado que su cuenta tendrá la posibilidad de realizar transacciones inmediatas y sin costo con cualquier institución financiera del país, transforma radicalmente el modelo. Y este sin duda, es un renacer para el sector”.
Esto significa que las cooperativas pasan de ser actores con servicios limitados a convertirse en entidades plenamente integradas en la dinámica nacional de pagos, con la capacidad de ofrecer soluciones en igualdad de condiciones frente a bancos y otras instituciones financieras.
La urgencia de modernizar la tecnología
El entrevistado fue enfático en señalar que, si bien la adopción de Bre B abre un abanico de posibilidades, estas solo podrán aprovecharse si el sector realiza inversiones estratégicas en modernización tecnológica.
“Sin lugar a dudas, el core financiero debe ser la prioridad. Muchos de los sistemas que hoy utilizan las cooperativas, fondos y mutuales tienen más de 30 o 40 años. Son sistemas cerrados que no se conectan con otros intermediarios financieros ni con actores del ecosistema. Un core de estas características no puede ofrecer todas las posibilidades que demanda el nuevo sistema de pagos inmediatos. Es urgente redefinir esta infraestructura tecnológica”.
En otras palabras, la interoperabilidad que propone Bre B, exige plataformas flexibles, abiertas y actualizadas, capaces de dialogar con el ecosistema financiero en su conjunto. De lo contrario, el sector corre el riesgo de quedar rezagado en un momento decisivo para su evolución.
La reforma a la Ley 79 de 1988: un paso inaplazable
Otro de los puntos destacados por Santiago Gallego es la importancia de actualizar el marco normativo que regula al cooperativismo en Colombia. La Ley 79 de 1988, que durante más de tres décadas ha servido como guía, hoy resulta insuficiente frente a las dinámicas tecnológicas, sociales y económicas del mundo actual.
“El mundo cambió, y si no adecuamos la ley a esos cambios —especialmente en materia tecnológica— será muy difícil que las cooperativas compitan. Necesitamos marcos generales desde la ley, pero también que cada organización haga su parte: modificar estatutos, actualizar reglamentos, redefinir procesos y procedimientos. Sólo así podremos tener un cooperativismo alineado con la vida moderna y con las exigencias actuales”.
La reforma, en ese sentido, no debe entenderse como una amenaza sino como una oportunidad para revitalizar al sector y permitirle crecer en un entorno que exige flexibilidad, innovación y capacidad de respuesta inmediata.
Un cooperativismo a la altura de los tiempos
El mensaje de Santiago Gallego es claro: las cooperativas están llamadas a dar un salto cualitativo en su forma de operar. Bre B, no solo representa un cambio tecnológico, sino también una invitación a repensar el modelo cooperativo bajo los principios de integración, eficiencia y competitividad.
La clave, según él, está en reconocer que este es un nuevo ciclo para el cooperativismo colombiano. Un ciclo en el que los asociados podrán acceder a servicios modernos y ágiles, en el que la tecnología jugará un papel determinante y en el que la normativa deberá estar a la altura de los retos globales.
“Estamos frente a otro renacer”, concluyó Gallego, “y depende de nosotros que las cooperativas no solo sobrevivan, sino que se conviertan en protagonistas de este nuevo ecosistema financiero”.