Es común el uso de la palabra emergente, lo emergente se refiere a lo recientemente identificado, a lo que surge en algunos casos de algo conocido cuyos estándares cambian o en otros casos no, hace referencia también a lo repentino e imprevisible, a lo ascendente.
La frecuencia en el uso de la palabra emergente, según estadísticas de Educalingo, desde el año 1960 ha tenido una gran explosión, viene siendo utilizada conjuntamente con otros términos. El ascenso en el uso del término emergente tiene una contextualización y relación directa con lo que hemos denominado tercera revolución industrial, con la producción automatizada, la electrónica, los computadores, las nuevas tecnologías y todo lo que ha significado la globalización, también lo que se escribe y discute en las páginas de la historia, que actualmente se denomina cuarta revolución industrial.
Desde los años 60’s, se habla de lo emergente en múltiples ámbitos, empresas emergentes, estrategias emergentes, riesgos y un sinfín de ámbitos que tienen como apellido lo emergente, entre ellos: mercado laboral, sistemas, modelos, daños, aprendizajes, pedagogías, diseño, ventanas, cultura, tecnología, países, potencias, mercados, economías, ciudades, regiones, arte, generación, escritura, enfermedades y en sí mismo lo emergente como una propiedad del tiempo.
Entonces lo emergente se utiliza como una síntesis para explicar el cambio en el que está inmerso el mundo, en un contexto que exige estar aprendiendo para el constante cambio (Thomas & Seely Brown, 2009). Los tiempos emergentes afectan a las organizaciones y de ahí la importancia de revisar la gestión de estas, de cara a los retos que plantean los cambios continuos, que las sitúan ante imprevistos, paradojas, disrupciones, oportunidades y nuevas perspectivas.
Los tiempos emergentes tienen relación con una era de cambio o el cambio de era, tiempos que generan desafíos sociales, económicos, tecnológicos, ambientales, culturales, legales y de todo tipo. No solo está cambiando “el qué y cómo hacer las cosas», sino también quiénes somos. Se están transformando las relaciones sociales, económicas y laborales hasta modificar radicalmente nuestra forma de vivir, de trabajar y de relacionarnos ” (Echeverría & Martínez, 2018).
Vivimos inmersos en una revolución constante que se parece muy poco a las experimentadas anteriormente por la humanidad. Se diferencia de las anteriores por la complejidad, velocidad, magnitud, profundidad e impacto de esas transformaciones” (Stanford, 2014) .
De tal forma, los tiempos emergentes plantean retos que se caracterizan por la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad, características que provienen del término entornos VUCA, concepto que sigue vigente y que describe un mundo en constante cambio en el que todo es posible. Las organizaciones enfrentan entornos caracterizados por la volatilidad que describe la velocidad a la que se pueden producir un gran volumen de cambios, en medio de la inestabilidad y de transformaciones espontáneas. La incertidumbre se define como alto conocimiento y baja predictibilidad, en escenarios en donde es posible conocer las causas y parte de los efectos de los cambios que se producirán, pero se dificulta predecir qué resultados tendrán. La complejidad en entornos con muchas variables y conexiones entre estas variables, que se componen de elementos diversos. Y también la ambigüedad en algunos casos, que se define como un escenario sobre el que se tiene bajo conocimiento y baja predictibilidad, que puede carecer de precedentes.
La velocidad de los cambios en nuestro mundo complejo es tan rápida, que cada vez resulta más difícil predecir hacia dónde se dirige y cómo se comportará una organización a largo plazo. Los cambios acelerados requieren adaptación y transformación constante de las organizaciones para garantizar la continuidad y sostenibilidad en el largo plazo, son retadores, por ello tanto las organizaciones, como las personas deben descubrir la forma de encajar en este ecosistema cada día más complejo.
Las organizaciones a lo largo del tiempo han venido desarrollando intervenciones, programas, proyectos que producen los resultados necesarios para causar o afrontar el cambio, desde las teorías del cambio, apoyándose en diferentes metodologías, procesos en los cuales se alteran componentes importantes, que dan paso al cambio organizacional, por ejemplo en cuanto a: cultura, estructura, tecnologías subyacentes, infraestructuras que utilizan para operar o procesos internos. Los cambios organizacionales tienen un impacto significativo en la organización como conjunto, en el talento humano, los objetivos de la empresa, la oferta de productos o servicios y las operaciones, son algunas formas en que se da el cambio organizacional.
Para las organizaciones de cualquier tipo, no sólo las financieras, es importante el análisis del entorno, no como un ejercicio que se realiza dentro de la planeación cada cierta cantidad de tiempo, si no como un hábito ante lo emergente de nuestros tiempos, en la lectura de contextos, coyunturas, sectores o actividades, de tendencias, prospectivas y por supuesto para las cooperativas y empresas solidarias, una lectura acuciosa de sus asociados, sus necesidades y también de sus clientes. Respecto al sector hay todavía mucho por hacer en cuanto a su dimensionamiento, magnitud y fuentes de información especializadas de la economía social y solidaria en Colombia, que apoyen dichos análisis.
El análisis continuo del entorno en tiempos emergentes, es un factor clave para el fortalecimiento de la gestión socio empresarial solidaria. Las organizaciones requieren herramientas para este análisis, también información adecuada y recursos para el empoderamiento, que faciliten ampliar perspectivas, como también capacidades para comprender un mundo complejo, para ello requieren recursos adecuados a la naturaleza de las organizaciones sociales, solidarias y cooperativas, que mejoren el posicionamiento estratégico y favorezcan la toma de decisiones.
Las organizaciones de la economía social y solidaria además de fortalecer capacidades para la comprensión de un mundo complejo, requiere fortalecer capacidades para la adaptación, la flexibilidad y resiliencia, la innovación, el liderazgo que transforma, el aprendizaje organizacional y la generación de nuevas estrategias. La adaptación al entorno, requiere flexibilidad de las organizaciones para cambiarse a sí mismas, para recuperarse ante los cambios y la inestabilidad, con resiliencia. Desde la innovación para generar nuevos procesos, ideas, servicios o productos con el objetivo de impulsar los resultados tanto sociales como económicos. Con liderazgos cooperativos, solidarios y transformacionales, que resguarden la identidad cooperativa y hagan énfasis en el aprendizaje organizacional, colectivo, continuo y adaptativo, para mejorar las acciones de la organización a través de la gestión de conocimientos, que apoyen la generación de nuevas estrategias planeadas y el manejo de las estrategias emergentes (Mintzberg, 1987).
Las estrategias emergentes requieren de divergencia respecto a los paradigmas previamente establecidos, para facilitar la adaptación, teniendo siempre presente que las organizaciones solidarias, se constituyen en función de las necesidades de sus asociados, la estrategia se apoya en lo que genera valor, lo que genera valor es clave para apalancar en general la organización. Las cooperativas tienen en la propuesta de valor, un diferenciador poco explorado, “ya que las cooperativas se crean para aportar valor a la gente, buscando humanizar la economía. En el cumplimiento de su objeto deben entender de forma integral las necesidades, problemas y expectativas de los asociados, generando respuestas a la medida de estos” (Oses y López de Mesa, 2020).
Las estrategias deben mantener un norte y no perder la visión de largo plazo, teniendo en cuenta que el plan como proyección de actividades no es en sí mismo la estrategia, que la estrategia es un camino, una práctica, es lo que se hace.
Las organizaciones que reajustan estrategias con reacción rápida, a través de un proceso continuo de evaluación del entorno, para afrontar los retos de los tiempos emergentes, tienen mayores probabilidades de sostenerse en el tiempo, siempre y cuando, en el caso de las cooperativas y empresas solidarias, conserven la identidad cooperativa, en ello reside un gran potencial que las diferencia de las demás organizaciones, su enfoque socioeconómico, que les permite «ser socialmente capaces y económicamente sostenibles” (Muñoz y Oses, 2016).
El equilibrio entre lo social y lo económico por el que propenden las organizaciones del sector solidario y la propuesta de valor de las cooperativas, son grandes fortalezas para enfrentar los tiempos emergentes, en un mundo con crecientes desigualdades, desequilibrios, que enfrenta una crisis sistémica, con hondas problemáticas sociales, económicas relacionadas a problemas ambientales y de sostenibilidad, por ello, no en vano, instituciones del sistema de Naciones Unidas y organizaciones como la OECD han centrado sus miradas en el potencial del sector.
Entonces las organizaciones de la economía social y solidaria para enfrentar los retos de los tiempos emergentes, además de fortalecer capacidades para la comprensión de un mundo complejo, la adaptación, la flexibilidad y resiliencia, la innovación, el liderazgo que transforma, el aprendizaje organizacional y la generación de nuevas estrategias, deben hacer énfasis en sus diferenciadores, la identidad cooperativa y su propuesta de valor, en ello reside un gran potencial para afrontar los tiempos emergentes.
Sandra López de Mesa
Consultora, docente, miembro de CIRIEC Colombia.
sandralopezdemesa@hotmail.com