La implementación de modelos asociativos y de economía solidaria podría convertirse en el motor que impulse el desarrollo del campo colombiano. Esta fue una de las principales conclusiones del panel “Políticas públicas para promover la asociatividad y el cooperativismo en el sector agropecuario”, realizado en el marco del Foro LR Finanzas para el Desarrollo: el poder de la asociatividad.
El encuentro contó con la participación de María José Navarro, superintendente de Economía Solidaria; César Ferrari, superintendente financiero; y Guilherme Campos, secretario nacional de Política Agrícola de Brasil. Los expertos coincidieron en que fortalecer la asociatividad es esencial para mejorar el acceso a crédito, elevar la productividad y reducir la desigualdad en las zonas rurales.
“El país tiene grandes posibilidades para hacer grandes cosas si escoge bien su modelo de desarrollo”, aseguró Ferrari, quien destacó que regiones como Trento, en Italia, lograron un salto económico gracias a la cooperación entre campesinos. “Pasaron de sembrar uvas a industrializarse. Hoy, la mitad de los habitantes del campo son cooperativistas”, puntualizó.
Por su parte, Navarro resaltó el papel de la economía solidaria como eje del desarrollo rural. “La asociatividad es clave para el agro. Es un esfuerzo de décadas de las comunidades campesinas, indígenas y afro. El gobierno está llegando con servicios, infraestructura y acceso a crédito”, explicó. A su vez, reveló que en 2024 las cooperativas rurales generaron ingresos por $28 billones, un crecimiento del 15% frente al año anterior.
No obstante, los retos persisten. Navarro subrayó las dificultades de las cooperativas más pequeñas para ofrecer servicios financieros y la necesidad de evitar la competencia directa con la banca tradicional. “Si las ponemos a competir en crédito de consumo, pierden. Pero tienen fortaleza en crédito asociativo”, afirmó.
Desde Brasil, Guilherme Campos compartió la experiencia de su país, donde el agro se organiza en tres ministerios especializados. A pesar de la diversidad productiva, Campos señaló similitudes con Colombia, especialmente en sectores como el café y la biodiversidad amazónica. “El país necesita paz en el campo, propiedad bien definida y más tecnología. Sin productividad, no hay remuneración justa”, advirtió.
Ferrari, por su parte, enfatizó la urgencia de elevar la tasa de ahorro interna, que en Colombia fue del 8,3% del PIB en 2024, frente a niveles asiáticos de hasta 30%. “Más ahorro significa más recursos para invertir en el campo. Y para rentabilizar el agro, hay que bajar los costos, lo que implica revisar las tasas de interés”, afirmó.
En ese sentido, el superintendente financiero destacó iniciativas como el Pacto por el Crédito, que beneficia al sector agrícola con condiciones más favorables. También planteó la necesidad de crear más acuerdos que garanticen el origen y destino de los fondos financieros.
El panel concluyó con un llamado a “pensar en clave de cooperación”, como expresó Navarro. “El modelo de economía solidaria no es solo una alternativa: es el presente y el futuro del desarrollo rural en Colombia”, sentenció.