Cuando a través de máquinas se pueden realizar tareas propias de la inteligencia humana, como aprender, razonar, resolver problemas, percibir y entender el lenguaje mediante algoritmos y modelos matemáticos que procesan grandes cantidades de datos, toman decisiones y mejoran el desempeño, es cuando decimos que estamos ante la inteligencia artificial (IA), que es una rama de la ciencia de la computación, aplicada a la automatización, el análisis de datos, la visión por computadora, entre otros, que tiene el potencial de transformar las industrias y mejorar la vida diaria, pero que también plantea desafíos éticos y sociales.
Dentro de los tipos de IA está el que se diseña para cumplir una tarea específica, como un asistente virtual y otro mucho más complejo que es capaz de realizar cualquier tarea intelectual, similar a la inteligencia humana (todavía en desarrollo).
Dado el paulatino impacto de la IA en las empresas, de manera estratégica también las organizaciones de la economía social no deben descartar la adopción de la IA, cuidando, por supuesto lo relativo a la equidad y la inclusión.
Por ejemplo, dentro de la economía solidaria, que es uno de los principales componentes de la economía social, con el advenimiento de la IA ésta se enfrenta a un entorno en constante evolución. De ahí que para este tipo de economía, para mantener su esencia y propósito, al adoptar la IA se deben cumplir ciertas exigencias:
Diseñar
- Inclusión digital. Garantizar el acceso equitativo a la tecnología y la capacitación necesaria para aprovechar la IA.
- Gobernanza ética. Establecer marcos regulatorios y principios éticos para el desarrollo y uso de la IA, priorizando la equidad y la justicia social.
- Educación y capacitación. Preparar a los asociados, colaboradores y comunidades para las nuevas oportunidades y desafíos generados por la IA.
- Innovación social. Fomentar el desarrollo de soluciones de IA que aborden problemas sociales y ambientales, ampliando el impacto positivo.
- Colaboración y cooperación. Fortalecer la cooperación entre organizaciones de la economía solidaria, el sector público y la sociedad civil para abordar los desafíos de la IA.
- Monitoreo y evaluación. Establecer mecanismos de seguimiento para evaluar el impacto de la IA en la economía solidaria y realizar ajustes necesarios.
En esta dirección, la economía solidaria debe adaptarse proactivamente a la era de la IA, manteniendo su compromiso con la equidad, la justicia y el bienestar común.
Por su parte, la economía popular y comunitaria, que hace parte de las economías alternativas, también puede beneficiarse de la implementación de la inteligencia artificial (IA), siempre y cuando se haga de manera ética y responsable, priorizando las necesidades de las comunidades y manteniendo los principios de equidad y solidaridad.
Algunas formas en que la IA puede contribuir al desarrollo de estas economías alternativas son:
- Mejorar la eficiencia en la gestión de recursos y procesos.
- Permitir el acceso a información y conocimientos para la toma de decisiones.
- Facilitar la automatización de tareas administrativas para enfocarse en actividades de mayor valor.
- Contribuir al desarrollo de productos y servicios innovadores que atiendan necesidades específicas de las comunidades.
- Permitir fortalecer la inclusión financiera y el acceso a servicios para sectores marginados.
Sin embargo, es muy importante considerar los siguientes aspectos:
- Garantizar la privacidad y seguridad de los datos.
- Evitar la dependencia exclusiva en la tecnología.
- Fomentar la capacitación y educación en IA para las comunidades.
- Establecer marcos regulatorios que protejan los intereses de las comunidades.
En definitiva, la IA puede ser una herramienta valiosa en las economías alternativas si se implementa de manera responsable y centrada en las necesidades humanas.