El cooperativismo de consumo en Colombia, ¿en vía de extinción?

Aunque este tipo de entidades tuvieron un boom en la década de los 80, actualmente tienden a desaparecer. ¿Cuáles son sus amenazas principales? ¿Habrá oportunidad para que se fortalezcan en el mercado? Analizamos este tema con la investigación de Juan Fernando Álvarez y la experiencia de Gustavo Escobar.

Por Jorge Andrés Villamizar Silva
VillaPrensa01@gmail.com

Aunque este tipo de entidades tuvieron un boom en la década de los 80, actualmente tienden a desaparecer. ¿Cuáles son sus amenazas principales? ¿Habrá oportunidad para que se fortalezcan en el mercado? Analizamos este tema con la investigación de Juan Fernando Álvarez y la experiencia de Gustavo Escobar.

Las cooperativas de consumo son empresas solidarias constituidas con el fin de satisfacer las necesidades de sus asociados y clientes, comprando a terceros o produciendo ellas mismas los productos o servicios que precisan, en las condiciones en las que los quieren.

El espectro de posibilidades es amplio a la hora de crear una de estas entidades, pues se puede hacer desde un supermercado, otras de productos ecológicos, productos culturales, de investigación, relacionados con la calidad de vida o la tercera edad, servicios a las personas, tecnológicos, de las energías renovables, en general cualquier sector de actividad puede ser desarrollado en forma de cooperativa de consumo. Para el presente artículo nos enfocamos en las cooperativas de consumo relacionadas con productos de la canasta familiar, consumo del hogar o productos para mercar.

Según la investigación “Devenir de las cooperativas de consumo en Colombia en un marco de internacionalización”, del economista Juan Fernando Álvarez, “el objetivo de este tipo de cooperativas es la regulación de precios y la generación de escalas de consumo para mitigar los efectos de la especulación. Sin embargo, este criterio puede restringir el universo de entidades que realizan actividades para procurar el consumo de sus asociados a través de créditos o de convenios, y aquí entran la mayoría de cooperativas multiactivas con sección de ahorro y crédito que tienen líneas para el consumo”.

De acuerdo al Observatorio Económico de la Confederación de Cooperativas de Colombia, Confecoop, en el país existen cerca de 255 cooperativas de consumo de base agropecuaria.

Para Gustavo Alberto Escobar Pérez, Agente Especial de la Cooperativa Consumo, “las cooperativas de consumo en términos generales son entidades, dónde el vínculo de asociatividad se genera de la necesidad de mercar. Yo creo que con unos conceptos básicos que son: ahorro, bienestar y generación de mejor calidad de vida de la gente. Creo que las personas se afilian, se agrupan o se asocian para tener donde mercar y en el cooperativismo de consumo en Colombia han tenido etapas”.

Además, añade que “muchas cooperativas crearon secciones de consumo, pero eran cooperativas multiactivas que estuvieron durante mucho tiempo en auge en Colombia pero se dio un momento en el que el crecimiento y la competitividad de los negocios obligó a que se especializaran, especialmente de crédito, y empezaron a cerrarse secciones de consumo de cooperativas multiactivas especializadas en el ahorro y crédito”.

Sobre la incidencia histórica de las cooperativas de consumo en el país, lamentablemente existen una limitada información, debido a que solo se ha hecho seguimiento estadístico de su comportamiento por determinadas épocas, lo cual impide que se pueda hacer un análisis completo de su evolución.

Como dato histórico, la primera cooperativa de consumo de la que se tenga registro y memoria en Colombia era La Antioqueñita, en Medellín, en el año de 1933. Por lo tanto, a partir de esa fecha es que se debería evaluar el desarrollo de estas entidades en el país.

También se suma otra dificultad que destaca Álvarez en su investigación: en la práctica, las cooperativas de consumo fueron incorporadas a las cuentas de cooperativas integrales, especializadas y multiactivas, haciendo difícil precisar las estadísticas de este tipo de organizaciones porque, en definitiva, había cooperativas de consumo de empresa dentro de las multiactivas y de consumo especializadas e incluso cooperativas que, partiendo del consumo, se integraron en la cadena para procurar la producción o viceversa.

Reflexiones sobre el cooperativismo de consumo

Gustavo Escobar nos comparte sus principales análisis sobre este tema y empieza destacando que “el negocio del retail es altamente competido, demandante de capital de trabajo, eso ha hecho que se generan dificultades muy grandes para tener un cooperativismo de consumo en Colombia”.

Por eso cita el caso de la Cooperativa Consumo específicamente porque “se tenían que tomar decisiones en el momento de crearla, era decirle a una persona: aquí tiene el supermercado para que venga y merque, o le vamos a decir, usted va a capitalizar este empresa para tener donde hacer mercado. En el caso de Consumo no había prácticamente capitalización permanente, simplemente había una pequeñísima cuota, que hoy equivale a 18 mil pesos de afiliación, era el capital”.

Sobre la fortaleza o debilidad de este subsector, Escobar sentencia muy claramente: “el haber renunciado en Colombia a esa posibilidad de tener un negocio para mercar, aportando cooperativamente, yo creo que ha limitado el cooperativismo de consumo y lo ha vuelto muy débil, es que somos un cooperativismo muy débil”.

Siempre se ha cuestionado acerca de cuál es la vía para que el cooperativismo de consumo se fortalezca y pueda competir con otras entidades, y sobre esto señala que “para el cooperativismo de consumo es clave la capitalización, pero no tenemos en Colombia una cultura hacia esto. La gente tiene la cultura de mercar pero no de capitalizar. Ahí es cuando empiezan las desventajas con los grandes fondos de inversión de multinacionales que tienen la capacidad de capitalizar mientras que el cooperativismo de consumo no lo hace, y al renunciar a la capitalización, renunció al crecimiento”.

“Así que cuando por cualquier razón dejaron de darse los excedentes en las cooperativas de consumo, entonces en ese momento empezaron a pasar dificultades. Solamente se podía crecer con endeudamiento y eso tiene un límite, que es la gestión financiera. Definitivamente pienso que  el cooperativismo de consumo en Colombia no se estructuró con base a que la sociedad lo capitalizara”.

“Yo creo que cometimos el error de decirle a la gente afíliese que aquí no va a tener más que beneficios pero no le dijimos a las gente, afíliese que esto es una empresa de todos para que todos resolvamos nuestras necesidades, pero implica que usted tiene que capitalizar”.

“Tenemos diseñado en Colombia un cooperativismo de consumo, débil, porque solamente se puede capitalizar con reinversión de excedentes o con endeudamiento y ese crecimiento siempre es mucho más lento. Cuando hay una alta competencia pues prácticamente no hay utilidades”.

¿Es inviable el cooperativismo de consumo en Colombia?

Sobre este dilema las soluciones que plantea es, primero, que “si el cooperativismo, se va a hacer con base en la asociatividad de las personas hay que decirles que la empresa hay que capitalizarla. Al asociado hay que decirle, tiene que capitalizar su empresa”.

“Lo segundo es que el cooperativismo financiero lo pueden crear las cooperativas. ¿Cómo? Afiliándose , asociándose, esas cooperativas con apoyo de capital importante, aun a cooperativas de consumo”.

Por eso cita nuevamente a la Cooperativa Consumo, señalando que “en ella tenemos 25 entidades del sector solidario afiliadas, 3 fondos de empleados, 22 cooperativas y estamos creciendo más. Son las cooperativas las que capitalizan la cooperativa, quienes aportan el capital porque se necesita para desarrollar una cadena de retail, un cooperativismo de consumo”.

“La existencia de cooperativas de consumo se da única y exclusivamente con procesos de integración. O nos integramos o no somos capaces de desarrollar un cooperativismo de consumo”.

“El reto es poder obtener unos precios justos para el campesino y unos precios más económicos para la cooperativa de consumo, dicho de otra manera, para tener en Colombia un cooperativismo de consumo sólido necesitamos proceso de integración de productores que le vendan a la cooperativa y de asociados que le compren a la cooperativa”.

Afectación por la pandemia, el paro y los bloqueos

La situación actual del país no es ajena a este sector, “la pandemia cambió hábitos de consumo de la gente y empobreció al pueblo colombiano, por eso todos los supermercados hemos vendido menos y hemos tenido que asumir unos gastos adicionales por las medidas de bioseguridad que se deben implementar”, afirma Escobar.

“Los picos de contagio han complicado las cosas por las restricciones de movilidad, los pico y cédula, y las cuarentenas, porque han traído mayores gastos y menores ventas”.

Y concluye presentando las dificultades del panorama actual, “ahora el paro y los bloqueos de las vías, aunque ya empezó a normalizarse, complicaron muchísimo la situación. Hasta la semana pasada no teníamos muchos de los productos del Valle del Cauca en los puntos de venta, como aceites, azúcares, salsas y productos de aseo, estaban muy escasos porque no había traslado. Y mientras los bloqueos se generalizaron, los productos subieron de precio”.

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“Para tener en Colombia un cooperativismo de consumo sólido necesitamos proceso de integración de productores que le vendan a la cooperativa y de asociados que le compren a la cooperativa”, Gustavo Escobar.

“Yo creo que cometimos el error de decirle a la gente afíliese que aquí no va a tener más que beneficios pero no le dijimos a las gente, afíliese que esto es una empresa de todos para que todos resolvamos nuestras necesidades, pero implica que usted tiene que capitalizar”, Gustavo Escobar.

Redacción Perspectiva

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