Por: Ing. Jaime Fernando Rodríguez Rocha
Desde tiempos inmemoriales nuestra especie ha ido avanzando por muchos fenómenos, accidentes y casualidades que se han presentado, tales, como el manejo del fuego que le permitió defenderse, cocinar su alimento permitiéndole una asimilación más rápida del mismo y así dedicar parte importante de la energía generada a actividades más intelectuales y al desarrollo del cerebro.
También por actuaciones y acciones de colaboración colectivas que han permitido ejecutar y alcanzar grandes obras o proyectos. Esto lo vemos reflejado históricamente, en culturas como la egipcia, la romana, la maya, la inca etc., que mediante la colaboración y esfuerzo de grandes grupos de personas lograron obras grandiosas.
Esa capacidad de reunirse en grandes grupos, bajo un liderazgo o guía, para cumplir con un objetivo común es una característica que no tiene otras especies y que nos ha permitido tener los desarrollos y evoluciones actuales.
Sin embargo, esa capacidad de trabajo conjunto no es la misma al momento de repartir o distribuir el valor generado entre los participantes de manera equitativa con un beneficio común. Podría decirse que tenemos la capacidad para crear el valor necesario, pero no así la capacidad para compartirlo y distribuirlo adecuadamente.
Es ahí donde aparece esa forma y modo de actuar en la cual, la mayoría, nos comportamos de manera individualista, egoísta, injusta, desigual y/o favoritista lo cual, sin duda, nos aleja del actuar de servir y apoyar a los demás en todo tipo de circunstancias especialmente las adversas. Sin duda una cultura de apoyo y ayuda mutua beneficia recíprocamente a todos en algún momento de ser requerido.
El comportarse de manera colaborativa, comprometida, sirviendo y dando es lo que se denomina solidaridad y es un valor caracterizado por la colaboración entre los individuos, lo que permite lograr la superación ante los más terribles desastres, guerras, pestes, enfermedades y hambre entre otros.
El nacimiento de las acciones o actuaciones solidarias, aunque no se denominaban así sino de ayuda o apoyo, se remontan al inicio de nuestra historia donde la especie humana requirió del apoyo mutuo para sobrevivir y salir adelante ante retos que no podía enfrentar individualmente como lo eran el cazar y/o defenderse de grandes animales, defenderse de otros o de otras especies, enfrentar catástrofes naturales etc.
Enfermedades, tragedias y muertes han llevado al hombre a unirse, asociarse y solidarizarse con otros para ayudarse mutuamente. Ejemplos de esto se remontan al año 3.000 a.C. donde agricultores de las riberas del rio Nilo en Egipto, se unían para apoyarse en las inundaciones periódicas causadas por el río, siendo esta la más antigua debidamente documentada.
También en la antigua Grecia los artesanos se congregaban para prestarse servicios de tipo económico, social y/o religioso, apareciendo los funerarios y los seguros ante determinadas contingencias.
En el imperio Romano, surgieron entes que defendían los intereses de las viudas de los mercenarios o soldados que morían en las guerras y se crearon otras organizaciones que prestaban apoyo y ayuda a afiliados, ante riesgos de enfermedad y muerte de personas que por sus actividades partían y no regresaban dejando desprotegidas sus familias. Ejemplo de esto fueron los marinos, los soldados y en varios casos los mercaderes cuyo negocio era el de llevar a sitios remotos productos de otras regiones.
En la edad media, nace la “GUILDA” (de origen alemán), compuesta por comerciantes y artesanos que buscaban fines cívicos y de ayuda mutua, inspirados en el principio de la solidaridad lo cual permitió que durante los siglos XV a XVIII, estas asociaciones dieran apoyo a las personas con dificultades, así como la defensa de intereses de determinados gremios o sectores económicos e incluso cumplían funciones de capacitación.
En España se dan las “COFRADÍAS”, asociaciones religiosas, cuyo objetivo era la ayuda mutua.
Luego a mediados del siglo XVIII fueron sustituidas por los “MONTEPÍOS” originarios de Italia, que prácticamente eran bancos de caridad.
La filosofía y la práctica solidaria de ayuda mutua inspiraron posteriormente y durante la época de la revolución industrial el surgimiento de ideas y modelos más sociales como el cooperativismo y el sindicalismo. Mas adelante estos han evolucionado a una generalización en las políticas de seguridad social implementadas por los países.
De la misma manera se ha dado paso a un nuevo modelo económico como el llamado “Economía Solidaria”, hoy tan difundido y aplicado a nivel mundial y que representa de un 4 % a un 5% del PIB mundial. Pero más que esto siendo un modelo económico capaz de generar un mayor valor a un creciente número de personas y evitando la concentración de este solo en unos pocos.
En nuestro próximo post ampliaremos el concepto, así como sus beneficios y formas de operar.
¿Desea más información sobre el tema? https://anchor.fm/xmasempresas/episodes/1-21-El-sector-solidario–beneficios-para-todos-por-descubrir-e19kok5 o www.admicro.org o www.virtual.edunetco.org